La Piedra de Rosetta es básicamente un trozo de roca negra compuesto por un tipo de piedra llamado granodiorita.
En su día formaba parte de una losa más grande de unos 1,80 metros de altura. Mientras que la parte posterior de la piedra es una superficie áspera como la de cualquier otra piedra, la parte delantera es lisa y está cubierta por un antiguo texto egipcio escrito en tres escrituras diferentes.
Desde entonces, se ha interpretado que se trata de tres traducciones diferentes de un decreto real emitido en el año 196 a.C., en el que se afirmaba el culto real de Ptolomeo V, que entonces tenía 13 años.
El texto expone todos los logros que el joven faraón había alcanzado en nombre del Imperio egipcio desde que había asumido el trono y los deberes que los sacerdotes planeaban emprender en su gratitud.
¿Qué es la piedra Rosetta?
La Piedra de Rosetta se expuso por primera vez en un templo cercano a la ciudad de Sais (Egipto), antes de ser trasladada a Rosetta, donde sería descubierta por los franceses miles de años después de ser grabada por primera vez. La emblemática piedra ha permanecido en el Museo Británico durante más de dos siglos, desde 1802, con la excepción de haber estado oculta bajo tierra durante dos años para evitar que se dañara durante la Primera Guerra Mundial.
Este antiguo artefacto es sin duda uno de los más famosos del mundo y atrae a millones de visitantes cada año, pero ¿Cómo se descubrió en primer lugar y por qué es tan importante?
¿Cómo se descubrió la piedra Rosetta?
La Piedra de Rosetta fue descubierta en 1799 por los soldados de Napoleón Bonaparte, que estaban construyendo un fuerte cerca de la ciudad de El-Rashid, o Rosetta, durante su campaña para tomar Egipto.
Curiosamente, la piedra de Rosetta pasó en realidad muchos años dentro del muro de una fortaleza del Imperio Otomano. Dado que muchos de los templos del antiguo Egipto fueron destruidos en el siglo IV d.C., las ruinas solían ser utilizadas como escondite por los ejércitos ocupantes.
El hombre que lo descubrió fue un ingeniero francés llamado Pierre-Francois Bouchard, que participaba en el proyecto de reconstrucción de las antiguas murallas para formar un fuerte. Observó una losa irregular que sobresalía de uno de los muros, y cuando la inspeccionó y vio los textos, reconoció inmediatamente el valor histórico de la piedra.
El hallazgo se comunicó rápidamente a los superiores y fue cuidadosamente excavado por los soldados franceses para ser inspeccionado posteriormente nada menos que por el propio Napoleón.
Cuando los franceses fueron derrotados por las fuerzas británicas y otomanas en 1801, el Tratado de Alejandría estipuló que la misteriosa piedra pasaría a estar en posesión de los británicos, donde ha permanecido a salvo desde entonces.
Todo esto es muy interesante, pero sigue sin responder a la pregunta de por qué es tan célebre esta piedra.
¿Por qué es tan importante la piedra Rosetta?
La clave para entender el inconmensurable valor de este invaluable artefacto histórico es que presenta las mismas frases escritas de tres formas diferentes. A principios del siglo XIX, la valiosa información obtenida de la Piedra de Rosetta se utilizó para descifrar otros textos e inscripciones del antiguo Egipto.
Hasta ese momento, los jeroglíficos habían estado en desuso durante unos 1.400 años, y sólo habían sido utilizados por un 1% de la población egipcia incluso durante su apogeo. La lengua desapareció por completo en torno al año 391 d.C. y, hasta el descubrimiento de la Piedra de Rosetta, no quedaba ninguna información sobre cómo interpretar este raro y misterioso texto.
Los estudiosos pudieron utilizar los textos griegos y demóticos idénticos como punto de referencia para interpretar finalmente el antiguo lenguaje jeroglífico. Sin embargo, el reto era difícil, ya que faltaban piezas de la piedra y ninguno de los tres textos estaba completo.
¿Quién descifró el código?
El desciframiento de la Piedra de Rosetta fue esencialmente un esfuerzo compartido.
En 1814, un físico inglés llamado Thomas Young demostró por primera vez que parte de los jeroglíficos hacían sonar el nombre de Ptolomeo. Entre los años 1822 y 1824, un erudito francés llamado Jean-François Champollion utilizó esta importante pista junto con sus interpretaciones del texto demótico para descubrir gradualmente, mediante el método de ensayo y error, la forma exacta en que los jeroglíficos formaban realmente los sonidos de la lengua egipcia, que era en realidad una traducción directa del griego.
Este descubrimiento resultó ser clave para la comprensión moderna de la cultura egipcia primitiva, y Champollion está considerado hoy en día como el padre fundador de la egiptología antigua.